
REC (Ruta Etilica Colombiana) – Episodio 02: Candela
Estoy a 86 kilómetros de casa, son las 4 de la tarde y me detienen en un retén militar. Un soldado me pregunta que llevo ahí. “4 botellas de candela”, digo. Se ríe y le brillan las “chispas de diamante” que tiene en los dientes…
Estoy saliendo de la vereda El Cativo, corregimiento que pertenece a Santafé de Antioquia pero que se siente más cerca de Buriticá o Giraldo. Estoy a 1780 metros sobre el mar: desde aquí se ven Liborina, Sopetrán y el inmenso valle que forma el río Cauca. Para llegar aquí salí a las 7 de la mañana, manejé duro mi vieja Vespa, me demoré 2.5 horas por una carretera desolada bajo un sol fuerte: una varada me hubiera jodido el día. Al final respiré aliviado, conocí a la gente que era, pregunté lo que tenía que preguntar, me prendí un poquito, unos adolescentes enfarrados “tomaron prestado” el casco de mi moto, entrevisté a una amiga, recuperé mi casco y ahora que son las 4 de la tarde y quiero iniciar el regreso hacia casa, el Diomedez Díaz de la milicia me detiene en el camino… Ruta Etilica Colombiana, Episodio 2: Candela!
Porqué estoy aquí? Dónde tengo mi cédula?
Entrego mi cédula, comienzan a rastrear mis antecedentes penales, me pregunto “si no estará caido el sistema” y mientras rebobino mi día: estoy aquí porque pensé que éste lugar quedaba más cerca, porque me interesó que un licor local no fuera clandestino sino una tradición casi legalizada por el uso y la cotidianidad: aquí todo mundo toma o ha tomado candela, se consigue en la tienda de la esquina, “la beben pura o la mezclan con gaseosa ó con hielo y limón como un ‘volka’, cierto patrón? O con una malta pa’ que enfierre!” (risas). Eso dice Pedro, uno de los protagonista de esta historia junto con Manuel, El Pulga y Cristina. Pero volvamos al principio.
9.30 AM, Manuel y Pedro, entre paranoia y risas
En Cativo pregunté por Don Manuel y un señor me dijo que “ni idea”. Pregunté por su esposa y ella me dijo: “Ese es Manuel, el que va todo enfiestado”. Era el mismo que me había dicho “ni idea”. Paranoia colombiana, todo bien. Lo alcanzo, se ríe, cita “La rosa púrpura del Cairo”, habla de geografía, plantas y suelos en términos técnicos y mientras tanto toma mucho y me presenta a Pedro, “compañero en las buenas y las malas”. Pedro dice que sólo en las malas y seguimos caminando entre cafetales hacia donde El Pulga, todo un personaje.
El pulga, lo poco que alcancé a entenderle
Ya lleva rato tomando, así que está borracho. Al preguntarle por la candela sólo dice “químico, yo soy químico, no es químico”. Dice más pero no le entiendo. Lo importante es que nos vende dos botellas de Candela que nos tomamos en una tienda al lado del camino, con la grabadora tronando música guasca.
Preguntas, respuestas y risas (debido a la Candela)
- Qué hace la gente aquí? “Fumar yerba como un berraco! Yo no trabajo porque tengo más plata que cura con tres parroquias”, dice Pedro. “Hay gente que trabaja en la carretera. Otra que se fue para las minas en Buriticá y Giraldo. Yo no le jalo a eso porque me enriquezco y pierdo la humildad”. (Risas y brindis).
- Cuánto vale media? “$2.000 o $3.000, pero no estoy seguro porque siempre bebo de cuenta de Manuel”, dice Pedro. (Risas y brindis).
- Porqué se llama Candela? “Había un tipo llamado Fosforina, muy conocido en Santafé. Un día llegó el Resguardo (los de Rentas) a decomisarle su trago. Él escondió la botella de tapetusa en la hoguera, en la candela. Por eso…”. “Eso fue como en el 2013”, dice Pedro (Risas y brindis).
- Qué tiene de diferente la Candela? “Aquí el guarapo lleva maiz y panela, no sólo caña. Por eso uno mantiene tanta fuerza. Adivine que le dan de comer a los burros? Maiz y panela!”, dice Manuel. (Risas y brindis). “El agua de Cativo le da cuerpo a la candela”, dice El Pulga tomándose un sorbo.
- Qué dice la gente de otros lugares? “La han tomado hasta gringos de Estados Unidos y dicen que es un whisky completico! Unos amigos de España la probaron. Me dijeron que parecía ron catalán. Yo entre más bebo, más vivo”, dice Manuel (Risas y brindis).
- La tradición de la candela tiene futuro? El Pulga despierta y grita “chicha, chicha, chicha!”. (Risas y brindis). Sigue: “Tengo 65 años, soy desempleado, no tengo nada. Me dejó la mujer porque no le gusté más. Soy padre de 8, o sea que si muero la tradición sigue”. Se duerme de nuevo encima de la mesa. (Risas y brindis).
- La candela da guayabo? Respuestas diversas: “A mi me agarra como una licuadora en el estómago”. “El que no está acostumbrado, lo mata”. “A mi me dan guayabo puntudo y ganas de hembra”. (Risas y brindis).
- Se vende la candela? Respuesta unánime: “Si se venden 2.000 botellas de aguardiente y ron, se venden 4.000 de candela. Si el gobierno no vende trago, nos morimos, porque la salud en Colombia vive por los vicios, cigarrillo, juego y alcohol”. (No nos reímos ni brindamos porque es cierto y no está bien que sea así).
Manuel me invita a almorzar, me baja la rasca, me despido. Arranco hacia donde Cristina Bedoya: nació y vive en Santafé de Antioquia, es guionista, comunicadora, mamá de Mateo y fue candelera cuando adolescente.
Cristina y la Candela
- “Teníamos 14 o 15 años, eran los tiempos de las fiestas del colegio. En ese calor y poníamos pura ‘música americana’. Pasabocas, nada. Sólo baldes con candela. Es un licor que está en nuestro cotidiano. Ahora unos señores estaban echando una plancha y al terminar, lleve su candelazo. Comprar candela no se ve como un ilícito. Como licor debería ser tomado moderadamente, pero eso es una decisión individual. Lo cierto es que la candela tiene una conexión emotiva con uno. El guaro viene de Medellín. La candela es de aquí, se hace aquí, es parte del patrimonio… es como si Doña Candelaria se muriera, que es la única señora en el pueblo que hace conchas de toronja. Si ella se muere, se pierde ese sabor, ese conocimiento. Si llegara Rentas y no dejara vender, yo les diría a los candeleros: legalícese y vendan y de cada media páguen $500… Es sino enseñarles salubridad, que tengan a sus trabajadores con la seguridad social y listo, que paguen impuestos y que vendan. O sea, que se conviertan en un emprendimiento. Lo otro es vencer esa idea absurda que tenemos: creer que lo caro es mejor, pensar que lo barato es ordinario. No siempre es así. Aprovechemos lo local, valoremos nuestra identidad, démosle connotaciones positivas a lo propio”…
Esa es la historia…
Así que me devuelvo a Cativo: por fortuna apareció el casco que “habían tomado prestado”. Me despido de nuevo y arranco hacia Medellín: otra vez 86 kilómetros con la angustia de una varada. Me detienen en un retén militar. Les cuento lo mismo que les conté a ustedes. Mi historia tiene tan poco sentido que el soldado se ríe y le brillan las “chispas de diamante” que tiene los dientes. Me dice que me vaya. Sigo mi camino. Aquí estoy. Está claro que no cometí ningún delito.
Texto y fotografías por: FedericoRuiz.com / @federicoruiz
Para EnOrbita.tv, el portal Transmedia de Señal Colombia, 2013.
Excelentes relatos lo llevan a autor a pensar que está haciendo el mismo recorrido del autor