#unDíaCualquiera #sobrevolando #Bogotá en sus #480 años… Estuve de malas. O de buenas, según como se mire. Lo cierto es que hace unos días estuve en Bogotá haciendo parte de una investigación de mercados y además de la ciclovía y de la diversidad (dos cosas que cualquiera puede reconocer y disfrutar de nuestra capital), NADA me pareció INTERESANTE hasta que vi este edificio tan feo y tan inusual. Lógico: quedé flechado, me enamoré de su incógnita porque no sabía que era, porque al mirarlo sentí algo raro, algo parecido a lo que ocurre en esas películas en las que un niño con una enfermedad terminal termina dándole a uno lecciones de humanidad. Pasé varias veces por ahí, hasta que me sobró tiempo luego de una de las entrevistas del proyecto y decidí ir, volar mi dron para captar la ambigüedad de su estética, lo especial de su feura. Ese día no sabía que era el edificio, a qué respondía el proyecto. Ya lo se y me disculpo con quienes viven allí. Se llama La Plaza de la Hoja y un amigo me dijo: “Ese es un lugar extraño, hecho con generosidad pero como sin amor”. Me dijo que “el objetivo era noble, que se trataba del primer lugar en ofrecer vivienda de interés social en el CENTRO de la ciudad y no en la puta mierda, que es donde suelen hacerse, pero que el resultado era como para ponerse a pensar”. Yo seguí intrigado y al regresar a Medellín busqué la historia de este lugar. Supe que quedaba en el barrio Cundinamarca, en la Carrera 30 con calle 19, que estaba integrado por 12 edificios y que en sus fachadas se formaba un enorme jardín vertical, que en promedio sus apartamentos tienen unos 50 metros cuadrados, que allí viven 457 familias de desplazadas víctimas de nuestro conflicto armado, unas 1500 personas que habitan un lugar que NO quedó como lo prometían los renders de los arquitectos, que este lugar fue creado durante la Alcaldía de Gustavo Petro, que construirlo valió 22 mil millones de pesos, que en su intento por darle vida a tanto gris el colectivo artístico español Boa Mistura creó allí el grafiti más grande de Colombia, con unos 5.000 metros cuadrados y un mensaje que grita “Vida”, que al intentar disminuir la brecha de segregación territorial muchos habitantes antiguos del barrio generaron más de una polémica porque sentían que este conjunto residencial desvalorizaba sus predios, que quienes viven hoy en este lugar lo ven como el punto de partida para recuperar la alegría que la guerra quiso robarles.
Por mi parte ya no tengo dudas: estuve de buenas. Tuve la suerte al pasar por ese lugar, de interesarme, de detenerme y sacar mi dron, de fotografiar y grabar, de escribir y compartir esta historia. La Plaza de la Hoja, así se llama y es un lugar con una estética inusual, un lugar donde la vida está surgiendo de nuevo.
La Plaza de la Hoja, #unDíaCualquiera #sobrevolando #Bogotá en sus #480 años
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